Por: Alejandra Ferrari. Gerente general de la Asociación Chilena de Publicidad (ACHAP)
El Imacec mayo tuvo un crecimiento histórico de 18,1% en comparación con el mismo mes del año pasado. Sin duda esto es un signo de recuperación de una economía que el 2020 cayó de manera brutal, lo que se explica en parte por la menor base de comparación de mayo del año anterior, por una mayor adaptación de los hogares y empresas al nuevo contexto sanitario, y el crecimiento de la economía digital.
Pero no nos dejemos impresionar, pues la mayoría de los expertos coinciden que esto no es un signo de recuperación de largo plazo, y que el país tiene importantes desafíos que abordar en materias de reactivación, crecimiento sostenible e inclusión.
En términos de brecha digital, la crisis por el Covid- 19 agravó las diferencias preexistentes en sectores con distintos grados de digitalización. En Chile, las personas con menos nivel de ingresos y menores niveles educativos, al igual que las mujeres, representan los grupos sociales más alejados del acceso a servicios digitales como el teletrabajo, la educación en línea y el comercio electrónico, así como realizar trámites virtuales, según lo exhibió el Barómetro de Brecha Ciudadana Digital.
Sin desarrollo digital, no hay posibilidades de recuperación y desarrollo económico. Por eso es imprescindible que desde el mundo público y privado se busque mayor y mejor conectividad; desarrollo de habilidades digitales e inclusión financiera digital que permita un amplio acceso a medios de pago en línea.
Por su parte, el comercio electrónico y digital adquiere un papel preponderante en la actual crisis económica y social. Chile es uno de los países más preparados en la región para este tipo de comercio, su venta representa un estimado de 9% y tiene el mayor gasto per cápita USD 320 en la región, comparado con México, Colombia o Brasil.
Las formas de trabajar, consumir y socializar cambiaron rotundamente. La adopción de tecnologías de plataformas digitales, los servicios móviles y de computación en la nube supera el 60%, y es acompañada por perspectivas de fuerte crecimiento de tecnologías centradas en la inteligencia artificial, big data, ciberseguridad, simulación de entornos virtuales (XS) Y robotización. Ante esta perspectiva, se necesitan nuevas habilidades y conocimientos, y sistemas educativos que sintonicen con esas necesidades.
Una fuerza laboral diversa tiene beneficios inmediatos y tangibles. Personas de distintos orígenes, géneros, edades, razas, entre otros aportan perspectivas únicas para beneficiar a las empresas. Además, tener políticas de empleo con perspectiva de género, no se trata solo de avanzar en materia de reactivación y social, sino como lo han ido comprobando diversos estudios, repercute directamente en la economía de manera positiva y a largo plazo. Una sociedad más equitativa e inclusiva en términos de género, es una sociedad más productiva. ¡Y eso es solo la punta del éxito!
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