Por: Isabel Carrasco. Principal de PageExecutive
Sin duda el término de 2019 no ha dejado indiferente a nadie. Tras el 18 de octubre, más allá de las pérdidas que afectaron a diferentes rubros, se ha generado en las empresas un proceso de transformación organizacional, cultural y de negocio. El actual contexto ha sido tomado como una oportunidad para operar de manera más eficiente y minimizar los costos, una instancia donde la automatización y la innovación se han posicionado como elementos claves de este proceso, impulsado por la incertidumbre y los escenarios de cambio.
Con esta tendencia en desarrollo, es bastante probable que el desempleo continúe en alza y llegue a doble dígito. Por lo que, el desafío para los profesionales dentro de las empresas y para los que estén en búsqueda de oportunidades, será adaptarse a este nuevo contexto de mercado. Las culturas de las empresas serán más cambiantes, los procesos de selección serán más desafiantes, complejos y exigentes, se evaluará más desde las capacidades que desde lo académico. Hoy las empresas no están buscando el típico formato profesional tradicional, precisan colaboradores de altas competencias, habilidades que puedan desenvolverse en escenarios cambiantes, tomando rápidas y asertivas decisiones en contextos adversos, más modernos y exigentes.
Frente a un inminente aumento de profesionales de todos los niveles jerárquicos, intentando reingresar al mercado laboral, cabe preguntarse ¿cómo es posible formar parte de una organización originada en la innovación y la eficiencia? Lo que se debe tener en consideración es que la forma en que anteriormente se trabajaba está quedando totalmente obsoleta, por lo que el desafío es reconvertir nuestras habilidades para abordar los nuevos escenarios. Es el camino que puede asegurar una oportunidad de recolocación.
Nuestro rol como intermediador de capital humano es trascendental. Se requiere orientar al profesional para que no quede fuera de este nuevo marco laboral, explicar que es necesario una toma de conciencia a través de la educación en el desarrollo de carrera. Asimismo, estar alerta y apoyados en los medios informativos sobre los cambios de conceptos y de qué manera complementar este proceso de innovación, no solo con la incorporación de los aspectos técnicos o teóricos, sino que también en experiencia y habilidad.
Sin embargo, no debemos únicamente dirigir al profesional hacia la empresa, sino que también en el sentido contrario. Es nuestra responsabilidad comunicar a los empleadores que hay profesionales con gran potencial y excelentes experiencias que se están quedando fuera de este proceso. Es decir, cómo las organizaciones, generadoras de talento, hoy más que nunca tienen el deber de entregar las herramientas para reconvertir estas habilidades.
La recuperación y reutilización del capital de experiencia es una gran prueba, especialmente en nuestro país. Existe un factor cultural muy potente, que nos hace resistente a los cambios tanto en nuestra vida personal, profesional y empresarial. Naturalmente, a partir del actual contexto social en el que nos encontramos, este factor se ha potenciado.
La inexperiencia ha paralizado tanto a las personas como grandes empresas, por lo que nuestra misión es re-orientarlos a la reconversión, con el fin de trabajar en un círculo virtuoso con prácticas colaborativas de beneficio para todas las partes.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.