Por: Antonio Santana R. Periodista UACh, Diplomado en Comunicación Estratégica, Gobierno y Gestión Pública
En estos ya cerca de 50 días de emergencia sanitaria, los fenómenos que ha implicado la propagación de esta pandemia ha permitido que disciplinas como la sociología, psicología, la ciencia política, el mundo de las comunicaciones entre muchas otras, tengan un verdadero buffet de maní para alimentarse de toda la confusión que en la ciudadanía promedio hemos presenciado.
La propagación del COVID 19 a nivel mundial y nacional es como una prueba de la blancura entre el rol que debe asumir el estado de cada país frente a una emergencia vs el comportamiento humano, su educación, hábitos y compromiso consigo mismos y su entorno. Por otro lado, estamos siendo testigos de un acontecimiento uniforme que aflora variables por las condiciones culturales de cada país, su lógica y preparación para combatir una pandemia de estas características.
¿Qué ha pasado en Chile? Es cosa de comparar estrategias tanto comunicacionales como políticas con los países desarrollados donde están los ojos puestos, como China, Italia, España EEUU, etc., en entender que nuestro país simplemente no ha dado el ancho para sobrellevar esta emergencia. Y esto desde las dimensiones sociales, económicas, culturales y sobre todo políticas.
Muchas ocasiones hemos escuchado la frase “la raza es la mala”, claramente no es un análisis que aloje en lo banal, en lo racista mucho menos, sino que en el aprovechamiento de la gente con la gente, del vecino con el que está al lado, de los juegos de poder que todos ya conocemos.
Y digo juegos de poder, porque estuvimos cerca de 5 meses como país enfrentados a un conflicto social en demanda a las injusticias sociales que me tomaría horas enumerar, pero que la gran mayoría ya conoce, una nueva constitución, pensiones dignas y la eliminación sustantiva de abusos que el sistema hace a diario y que nos rige sin mayor control.
Por ello, y para irme por la tangente, vemos que Chile simplemente no está preparado para esta emergencia sanitaria, desde el aparataje estatal hasta el humilde trabajador que vive con el mínimo mes a mes.
Partamos con la nefasta estrategia que ha aplicado el gobierno de turno. Desde un presidente que lo más importante para él es ir a tomarse una foto a plaza Baquedano, pasando por un ministro de salud deslegitimado por los alcaldes a lo largo del país. Claramente esto no le hace bien a nadie, porque la idea es unificar posturas o simplemente replicar acciones que han tomado países desarrollados.
Por otro lado, las empresas, llámese empresas, las que declaran utilidades multimillonarias de manera anual y cuáles son las garantías a sus trabajadores que viven o más bien dicho, sobreviven de su ingreso. Cuando digo garantías no es comprar un microondas que viene con falla y se cambia por otro, es nivelar de manera digna la estabilidad de millones de chilenos que hoy están en la completa incertidumbre.
Un país con sistema económico de libre mercado y libre competencia que se ha malentendido y malinformado. Ver personas simplemente desesperadas por una mascarilla de género pagando hasta 5 mil pesos por cada uno. A esto se suma el síntoma de desabastecimiento.
La familia Berlusconi aporto 10 millones de euros para ayudar a las familias italianas. Hay países que definitivamente congelaron las tarifas de servicios básicos como agua luz e internet, ahora tan fundamental para el teletrabajo… ¿que pasa con los poderosos chilenos? La raza es la mala.
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