Por: Catalina Rodríguez. Encargada de Calidad de Casinos River SpA
La vitamina D juega un rol importante en la respuesta inmune. Diversos estudios indican que el déficit de ésta se relaciona con un aumento en el riesgo de enfermedades infecciosas, las que están relacionadas con la variación estacional, ya que de esto dependen los niveles de vitamina D (dependientes de la exposición solar).
Estudios indican que los bajos niveles de vitamina D presentes en las poblaciones china y coreana podrían estar relacionados con el elevado número de infecciones y muertes en este escenario de la pandemia del Covid-19, niveles que también varían en la población europea con los cambios de estación.
A edad avanzada existe una relación respecto del déficit de esta vitamina con algunas patologías crónicas -cáncer, hipertensión, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, diabetes mellitus, enfermedad cardiovascular- como factores de riesgo para padecer una Covid-19 grave.
Su deficiencia contribuye al Síndrome de Dificultad Respiratoria Aguda y muchas enfermedades crónicas están asociadas con una menor concentración de vitamina D, ambos factores presentes en los pacientes con más gravedad por Covid-19.
La vitamina D tiende a disminuir con la edad, y como las tasas de letalidad en el caso de coronavirus aumentan a mayor edad, son precisamente las personas de edad avanzada las que están a veces menos tiempo al aire libre, por lo tanto, al tener menor contacto con la radiación solar ese factor influye directamente en que tengan menos concentraciones de esa vitamina en su organismo.
Podemos asegurar buenos niveles de esta vitamina desarrollando un patrón de vida sana, privilegiando el consumo de ciertos alimentos como una cantidad variada de pescados, productos derivados (congelados, frescos, en conserva, entre otros) y consumiendo productos del mar, lácteos, especialmente los fortificados y los quesos, huevos, y otros alimentos fortificados, donde se debe buscar aquellos cuyo contenido en azúcares sea el más bajo posible, todo lo cual permitirá asegurar una ingesta adecuada y natural de la vitamina D.
Lo antes mencionado debe, necesariamente, incluir un patrón sostenido de actividad física, evitando de este modo la obesidad. Esto es muy importante si se toma en cuenta que la obesidad disminuye los niveles de la vitamina D en nuestro organismo, ésta es liposoluble, soluble en grasa y no en agua, por lo que si las personas tienen exceso de grasa en el cuerpo eso secuestra la vitamina y, de esta manera, los niveles estarán más bajos.
En este aspecto, la carencia de vitamina D puede conducir a una pérdida de densidad ósea, lo que contribuye al peligro de sufrir osteoporosis y fracturas (huesos rotos). La deficiencia severa de la vitamina D también puede conducir a otras muchas enfermedades, incluso al raquitismo en el caso de los niños.
Algunos de los síntomas que provoca el déficit de vitamina D es que, irónicamente, no presente ningún síntoma. No obstante, en algunas ocasiones, la falta de este tipo de vitamina puede producir cansancio, dolor o debilidad muscular, sobre todo en la parte inferior de la espalda y en las caderas, asociándose a lo antes mencionado.
Es conveniente destacar que en abril un estudio revisó el rol de la vitamina D en el desarrollo de la enfermedad por Covid-19, planteando ideas muy interesantes como que la deficiencia de esta vitamina contribuye al denominado Síndrome de Dificultad Respiratoria Aguda, donde muchas enfermedades crónicas están asociadas con una menor concentración de vitamina D, ambos factores presentes en los pacientes con más gravedad por Covid-19.
Podemos constatar, finalmente, cómo la vitamina D logra mayor protagonismo ya que incluso los especialistas han recomendado que las personas consideren tomar suplementos diarios de vitamina D durante la primavera y el verano a medida que continúa el bloqueo del coronavirus, porque ello permite evitar enfermedades e infecciones y se sabe que la mayoría de las células del sistema inmune tienen receptores de vitamina D. Como para tenerla en cuenta, ¿verdad?
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