Por: Víctor Bórquez N. Encargado de Comunicaciones Corporativas de Casino River SpA
La pregunta resulta más que necesaria: ¿y qué mundo se viene cuando la pandemia cese?
Porque debemos recordar que antes de esta crisis que tiene al mundo en ascuas, había una gran cantidad de movimientos que estaban tratando de reivindicar ese concepto de mundo necesario, agobiado por tantas cuestiones inconclusas, entre las cuales se encuentra el tema del medio ambiente, el calentamiento global, la crisis hídrica, la deforestación de los bosques y un largo etcétera.
Resulta interesante los temas que se iban a abordar en la Convención Ciudadana por el Clima (CCC), un grupo creado como respuesta directa a la crisis de los chalecos amarillos en Francia, que iba a presentar sus propuestas para fundar una nueva sociedad a comienzos de abril. Después de todo lo sucedido con el Covid-19, están exigiendo que las inversiones que se hagan vayan a “sectores con perspectiva de futuro y respetuosos del clima”.
Porque debemos poner en perspectiva todos los sucesos actuales. El mundo sigue existiendo y las demandas que estaban en el aire (literalmente) hoy siguen despertando reflexiones y demandas, aun cuando la crisis del Covid-19 ha opacado sus esfuerzos.
Es cierto que el Covid-19 ha servido para que muchos reflexionen respecto del rumbo que estaba teniendo nuestro mundo, en todos los niveles y esferas. Porque así como tambalea la bolsa o se derrumban los emprendimientos, también hay problemas que se venían denunciando pero que, de verdad, no hacían eco en la comunidad y recién cuando vimos las imágenes de jabalíes buscando alimento en las calles de Barcelona, España o ese puma deambulando por las calles de Santiago, el tema deja de ser anécdota y se convierte en tragedia. Algo nos están diciendo esas imágenes que debieran repercutir en nuestras adormiladas conciencias.
Y así, el Covid-19 se instala en medio de las protestas contra el calentamiento global, haciendo nacer dudas respecto de los resultados que se puedan lograr una vez aplacada esta contingencia sanitaria. ¿Se dará cabida a esta urgencia, por ejemplo? ¿Habrá real preocupación por la contaminación de los ríos y los mares? ¿Se adoptarán medidas concretas respecto, por ejemplo, de la caza indiscriminada de ciertas especies casi extintas?
Porque “después de” (la crisis actual) el mundo seguirá. Pero es indudable que no puede continuar sobrellevando el peso de modelos sociales, económicos o políticos que hace rato dan síntomas inequívocos de obsolescencia.
En el discurso actual ya han surgido voces debidamente autorizadas que propugna un modelo económico y social diferente desde las raíces, mucho más humano y resiliente que debe salir del coronavirus, primero, para continuar con los otros virus existentes y que están en fase estacionaria.
Resulta sintomático que frente a esta crisis por el coronavirus los esfuerzos de todos están centrados, lógicamente, a enfrentarla y reducirla, pero aunque en apariencias nada tiene que ver con temas como el cambio climático, la degradación del medio ambiente o la tala indiscriminada de bosques, siguen existiendo personas que reclaman retomar también la realidad más allá del virus que nos amenaza.
Se reclama con vehemencia que, superada la pandemia, los dineros de los grandes gobiernos y transnacionales sean entregados o al menos movilizados a buscar soluciones inmediatas a temas verdes, socialmente aceptables porque el planeta hace rato nos viene dando señales de un peligroso agotamiento de sus recursos.
Recordemos que, en este contexto, antes de la aparición del Covid-19, en enero de este año, el presidente Emmanuel Macron prometió que iba a tomar “decisiones fuertes”, inspiradas en las conclusiones finales de la CCC para luchar contra el calentamiento global, algunas de las cuales podrían ser sometidas a referéndum. Pero la última sesión, que debía tener lugar a comienzos de abril fue pospuesta hasta nueva fecha sin precisar, lógicamente porque ahora todo foco de atención radica en el coronavirus.
Y el tema resulta crucial y preocupante, porque por dar un simple ejemplo, nos hemos percatado muy tarde de un problema estratégico: las decisiones que se tomarán ahora para el mundo tendrán un impacto a muy largo plazo, siempre y cuando exista la certeza de una apertura global, de una auténtica sensibilización y de comprender algo obvio: hay que estar hoy preparados para crear el futuro.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.