Por: José Robles Rivera. Asesor Senior Sustentabilidad y Comunidades
Sustentabilidad es una palabra usada muchas veces para describir el deseo de poder producir bienes y servicios manteniendo un equilibrio con nuestro entorno (sea social, económico, ambiental, etc.). Sin embargo hay dos elementos que son base para construir cualquier política de sustentabilidad: primero, la capacidad de dialogar (ponernos de acuerdo) y segundo, la confianza (creer en lo que dice el otro). Si fallan esos elementos cualquier estrategia, por muy buena que pueda verse, está destinada a fracasar.
Las organizaciones deben ir más allá del conflicto puntual o de las demandas sociales específicas, porque éstas muchas veces son el efecto del problema, lo que se visibiliza. Lo que debemos preguntarnos es ¿qué los provoca? ¿Cuáles son sus causas?, así identificamos claramente el problema o desafío que enfrentamos.
No podemos pensar que sólo invitando a las comunidades a mesas de trabajo, y hacerlos parte de la solución es la única fórmula para lograr acuerdos permanentes. Este espacio podría no ser suficiente, y es más, puede provocar expectativas que superan el ámbito de trabajo de la organización y así al final terminaremos dando explicaciones.
Entonces, ¿qué hacer?, esa es la pregunta. En un proyecto con un alto impacto en la comunidad, lo ideal sería llegar antes del desarrollo al territorio, para generar espacios de diálogo, en el entendido que es una oportunidad para conocernos y reconocernos, con el único fin de entender al otro y saber de sus preocupaciones reales. Esto, sin duda debe hacerlo el personal de la empresa y no puede ser una tarea que pueda ser tercerizada, porque no son relaciones “externas” son parte del negocio en su más profundo sentido.
Si se aprovecha ese espacio y se ejercita el acto de mirar el rostro de aquellos que podremos impactar, sin duda será un aporte para poder entender dónde estamos. La persona que lleva a cabo la tarea es la voz de la comunidad al interior de la empresa y en los tiempos difíciles (que sin duda los habrá) se convertirá además en una especie de embajador que permite tener abiertos los canales de comunicación.
Ese primer periodo es fundamental. Recorreremos las calles, estableceremos nexos, conversaremos con el otro, de manera activa, para entender sus expectativas y preocupaciones, no prometeremos nunca lo que no sabemos que será posible, y no caeremos en la tentación de frases clásicas “daremos más empleos”, “generaremos una nueva ciudad”, “sus hijos podrán trabajar con nosotros, etc.”. Todo eso no hace más que generar expectativas y es un deber el ser responsables con la gente que sueña con un mejor vivir.
Posteriormente, hay que hacer partícipe activamente a la comunidad que se pueda sentir afectada. Por ejemplo, si mostramos los trazados previos del proyecto, podremos invitarlos a recorrerlos y para conocer en terreno sus propias aprensiones. Esto permite que nos adelantamos a posibles conflictos y podemos visualizar anticipadamente soluciones consensuadas, que la misma gente nos entregará si sabemos escuchar.
Si lo hacemos bien es el momento de abrir espacios de consenso en los temas centrales basados en el tiempo que invertimos en conocer al otro, bajo una relación simétrica entre las partes, es decir generemos condiciones para Dialogar.
La sustentabilidad y el respeto comunitario hay que hacerlos carne, no pueden ser meros conceptos a utilizar. La credibilidad y la confianza hay que ganarlas, y sólo se construyen con hechos concretos. No basta con hacer sólo lo que indica la ley (ese es el piso), sino que hay que hacer lo correcto. Eso es lo que diferencia a una empresa que de verdad será sustentable.
Invertir en generar diálogos (de manera efectiva) provocará confianza si entendemos que el tema comunitario y de sustentabilidad no es responsabilidad de un área específica, sino que es el alma del propio negocio. Cuando ello esté en el ADN de cada trabajador propio y de cada colaborador, podremos decir efectivamente que avanzamos para ser sustentables en el tiempo.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.