Algunos de los protagonistas y beneficiarios del proceso histórico cuentan sus vivencias
A sus 78 años de edad, don Francisco Javier Marciel sigue trabajando en el campo, en la parcela de 14 hectáreas que recibió gracias a la Reforma Agraria, en el sector Mancuman, comuna de Pichidegua.
En ese terreno, que era parte del fundo Santa Amelia y en que ahora cultiva limones y naranjas, comienza a evocar esos difíciles años en el campo. “Acá –cuenta- los papás eran los ‘obligados’ del fundo. Tenían que trabajar todos los días, por un salario determinado que ni siquiera les pagaban; les daban un vale para que fueran a la pulpería a buscar lo que hubiera”.
“En la mañana –agrega- les daban una ‘galleta’, así se le decía al medio kilo de pan que entregaban para la familia. Era un kilo de pan diario. Yo a los 12 años tuve que empezar a trabajar acá en el fundo; si uno no iba, al papá lo corrían”.
Recuerda que participaba en grupos católicos y que a los 18 años partió contento a realizar el Servicio Militar, “pero a los seis meses el patrón me mandó a buscar porque mi papá se había enfermado y yo tenía que trabajar en el campo”. A los 22 años se casó y con su esposa tienen 5 hijos.
Don Francisco Javier señala que en esta región, la Reforma Agraria comenzó en Pichidegua, donde la Iglesia Católica entregó tierras en el sector Pataguas Cerro. ”Yo estuve ahí, cuando vino el Cardenal Raúl Silva Henríquez a entregar las tierras a los campesinos. En esa época había mucha efervescencia en el campo; acá en el fundo hacíamos reuniones y formamos el Sindicato de los trabajadores agrícolas fundo Santa Amelia; a mí me eligieron presidente”.
Añade que elaboraron un pliego de peticiones, hicieron una huelga y con muchos otros campesinos marcharon a la capital y llegaron a La Moneda. “Allá me decían ‘este es el hombre que pega fuerte’, porque eso significa Mancuman, el nombre de este sector y de un cerro en que habitaron los aborígenes. Ahí conoce al Presidente Frei Montalva”.
Después de un largo y difícil proceso, don Francisco Javier recibió su parcela. “Primero –dice- nos organizamos en asentamientos, que eran como cooperativas. Después, cuando nos entregaron las parcelas, no teníamos con qué trabajar; los tres primeros años trabajé el campo a caballo”.
Sin embargo, pese a todas las dificultades, considera que la Reforma Agraria “fue muy importante, lo mejor que pudo haber pasado; nos cambió la vida”. Asimismo, destacó el apoyo que ha recibido de INDAP, en asesorías, proyectos de inversión y créditos.
Se emociona cuando recuerda el encuentro que tuvo recientemente con el Presidente Gabriel Boric, en la celebración del Día de las Cooperativas, en las instalaciones de Coopeumo. “Me dio la mano y yo le dije es el segundo Presidente que me saluda así. Entonces me tomó las manos, vio que están callosas y señaló: ‘Estas son las manos que Chile necesita’. Fue hermoso lo que dijo”.
Otros protagonistas
Don Alfonso Lara, agricultor de 79 años, propietario de 11.3 hectáreas en Santa Amelia, Pichidegua, fue otro dirigente histórico del sector durante el proceso de la Reforma Agraria. Indica cuando recibió su parcela no lo podía asimilar. “Uno que nunca había tenido nada, de repente recibir una parcela, fue algo increíble”.
Asegura que pese a todos los problemas y dificultades, no cambia la vida en el campo; agregando que “ahora hay que levantar la agricultura, incentivar a que los jóvenes se queden en el campo, que los hijos de los campesinos vuelvan a trabajar sus tierras”.
Luis Zúñiga Cáceres trabajaba en el fundo La Palmería, en la comuna de Las Cabras. “No pagaban bien. Yo entré ganando 5 pesos. Empecé a trabajar a los 12 años, en las viñas”, indica.
Fue beneficiario de la Reforma Agraria y recibió una parcela en el sector Tuniche, en el valle de Cocalán, en Las Cabras. Cuenta que cuando se organizaron en asentamientos “nos pusieron unos coordinadores y tuvimos un problema grande. Éramos 55 trabajadores. Cosechamos la uva, hicimos unos 50 mil litros de vino, pero los coordinadores lo vendieron y no nos pagaron nada”.
Después, un grupo de esos trabajadores formó la Sociedad Agrícola San Agustín. “Comenzamos prácticamente sin nada. Sembramos maíz, papas. Nos organizamos, tuvimos el apoyo de INDAP y estuvimos bien. Posteriormente terminamos la sociedad y continuamos en forma individual”. Resaltó que el proceso de Reforma Agraria fue muy importante, pero considera que faltó más preparación y apoyo para los campesinos.
El Seremi de Agricultura, Cristian Silva, señaló que cada 28 de julio se celebra el Día de las Campesinas y los Campesinos, fecha en la que se recuerda la promulgación de las leyes de la Reforma Agraria y Sindicalización Campesina.
La directora regional (S) de INDAP, Pía Muñoz, reiteró el compromiso de esta institución con el fortalecimiento de la agricultura familiar campesina; añadiendo que son las y los pequeños agricultores quienes producen los alimentos que llegan a los hogares y así contribuyen a la seguridad y soberanía alimentaria del país.