Por: Margarita Ducci. Directora Ejecutiva de Red Pacto Global Chile (ONU – UNAB)
La Asamblea General de las Naciones Unidas ha designado este 2017 como el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, lo que ha significado una excelente oportunidad para el turismo a nivel mundial, siendo una industria en constante crecimiento, que se ve enfrentada a este desafío.
Como todo sector productivo, el turismo encamina sus esfuerzos hacia la sostenibilidad, como modelo de desarrollo a seguir en el corto y mediano plazo.
La oportunidad para enfocar los esfuerzos en esa dirección, en nuestro país, ya tiene bases. De acuerdo a información de Sernatur, contamos con cinco sitios declarados patrimonio de la humanidad y 1.226 monumentos nacionales. Por otra parte, el 20% del territorio de Chile se encuentra protegido bajo alguna categoría de conservación del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado, y justamente, casi un 70% de los turistas extranjeros que llegan al territorio, lo hacen motivados por actividades vinculadas a la naturaleza y el paisaje.
Nuestro país ha venido implementando un Plan Nacional de Desarrollo Turístico Sustentable como un motor de desarrollo del sector, con foco en los destinos turísticos del país, la diversificación de experiencias y el fortalecimiento de los destinos.
El país ha sido reconocido a escala mundial, como destino ético, mejor destino de turismo aventura, los últimos dos años, y los sellos de sustentabilidad creados, han sido validados por el Consejo Global de Sustentabilidad Turística.
Para avanzar con mayor fuerza, como destino turístico sostenible, se requiere profundizar un trabajo conjunto entre el sector público y el privado, a escala nacional, regional y local, especialmente para velar por la planificación y cuidado de las Zonas de Interés Turístico.
La conservación de áreas protegidas cumple un rol fundamental, donde convergen actores del sector público y privado, con un objetivo común, que se requiere alinear y fortalecer.
El contexto en el cual se desempeña este rubro, es fundamentalmente, la naturaleza, y muchas veces, impacta negativamente a esta misma, si no se toman las medidas adecuadas a un uso regulado y a un cuidado generalizado.
Si bien existen otros sectores vinculados a la explotación de recursos naturales, en los cuales el concepto de sostenibilidad consiste más bien en mitigar los impactos negativos, en este caso, la preservación es en sí misma un valor que permite hacer sustentable el recurso y a la vez, potenciarlo y darle más valor.
Justamente por eso, es indudable que el turismo sostenible conlleva grandes desafíos, complejidades para equilibrar los intereses de los visitantes y el cuidado de los lugares de atracción, lo que hace necesario innovar frente al paradigma asociado a un modelo “clásico” de desarrollo económico.
La clave está en operar bajo parámetros de sostenibilidad en base a una gestión ética, que considera la protección de los recursos naturales, la preservación y rescate de los valores culturales, los efectos sobre la economía de la población local y la veracidad de la información al consumidor. Estos aspectos son estratégicos en la actividad turística, por su condición de “activo intangible”.
Los desarrollos turísticos que no integran las comunidades aledañas, no logran la sostenibilidad. Esto ha quedado demostrado en experiencias en distintos lugares del mundo, ya que las comunidades son propensas a recibir impactos sociales, naturales y económicos, tanto positivos como negativos, como resultado de inversiones productivas, a mediano y largo plazo, viéndose afectado no sólo el patrimonio de las localidades, sino también la calidad de vida de esos pobladores.
La creación de conciencia tanto para quienes reciben a los visitantes, como para quienes “ejercen” como turistas, es fundamental. Si no cuidamos entre todos el “destino”, estamos apostando a su desaparición.
La tarea es enorme, y si bien estamos encaminados, aún falta mucho por hacer, y ello parte de valorar esta industria, por parte del Estado, de las empresas y de la sociedad civil, como un pilar que puede llegar a jugar un rol prioritario en el desarrollo del país, en la generación de empleos e inversión y en el crecimiento de la economía nacional.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.